- Gracias por llevarme.- digo mirando al frente. Él no me mira tampoco.
- Gracias a ti por venir.- susurra. Hay una larga pausa. No es que espere que él diga algo, sino que simplemente no sé qué decir.
- Tengo que irme.- digo al fin. Sé que una parte de mi no quiere bajar del coche. O al menos no hacerlo sola.- ¿Quieres subir?- pido y cierro los ojos arrepentida de inmediato.
- No creo que sea buena idea.- dice él después de ver mi arrepentimiento. Le miro y me encuentro con sus suaves ojos llenos de dolor y lástima.
Salgo del coche sin dejar de mirarle y solo aparto la vista para darme la vuelta y subir a mi casa. Está tardando bastante, pero estoy casi segura de que vendrá. Me impaciento cuando veo que no lo hace, y mi corazón se encoge con cada segundo que pasa.