Capítulo 2

Eso es un desmadre, la gente del jardín ya está borracha. Pasamos por encima de un par de personas hasta llegar a la puerta de la casa. No hace falta ni tocar el timbre ni nada, una pareja sale a trompicones dándose el lote. Se quedan en la puerta y Corina, que es muy delicada, les empuja fuera. Ellos siguen besándose como si nada. Compartimos una mirada de repugnancia. 

Entramos en el gran vestíbulo, grande se queda corto. De repente un chico rubio con los ojos azules y con una camiseta, abierta, que deja entrever unos músculos increíbles, se acerca a nosotras. El agarre de Corina aumenta en mi mano, lo que me hace pensar que ese es Oscar.

- Hola.- sonríe Óscar pícaramente a Corina.

- Hola.- dice devolviéndole la sonrisa como si nada, pero yo sé que esta nerviosísima, admiro eso de ella, apenas se nota lo que siente si no la conoces bien.

- Has venido. Pensaba que no lo harías. 

- Nunca nos perdemos una fiesta.- replica Corina.- Ella es Elena.- dice presentándome, Oscar me da un repaso rápido y me sonríe. 

- Encantado.- le dedico una sonrisa y miro alrededor.- Te veo luego Corina.- dice sensualmente, Corina asiente levemente y el se va. En seguida que se ha ido suelta el aire. 

- ¿Que te parece?.- dice mirándome con sonrisa de tonta.

- Es guapo.- digo. 

- ¿Guapo?.- dice poniendo los ojos en blanco. - Es guapísimo, es perfecto, es un adonis. -Sonrío tirando de ella hasta una barra. ¿Una barra? ¿En serio hay allí una barra? Cogemos nuestras bebidas y nos ponemos a bailar juntas. 

No tardo en notar a un chico detrás de mi, típico en ellos. Pongo los ojos en blanco mirando a Corina que me sonríe atenta. Me muevo ligeramente pero el tío sigue ahí. 

- ¿Por qué no te pierdes?.- le espeto mirándole. Es alto y apuesto, pero esta borracho, cosa que le quita todo el encanto y le convierte, simplemente, en un imbécil como cualquier otro. Corina niega con la cabeza y seguimos bailando.

Veo a lo lejos, después de un buen rato bailando, a Óscar pendiente de Corina. Sé que quiere hablar con ella, así que decido ayudar. Me acerco al oído de Corina para gritarle. 

- Voy a beber algo, que estoy muerta. ¿Quieres algo?.- ella niega sonriéndome.

- No tardes.- dice. 

- Desearás que lo haga,. -Murmuro de espaldas a ella mientras sigue bailando. 

Voy a la barra y me apoyo, una ligera capa de sudor cubre todo mi cuerpo, estoy ligeramente mareada por culpa del alcohol y tengo calor por haber bailado tanto. Oigo una voz familiar. 

- Elena Grau.- dice sensualmente una voz detrás de mi. Sé quien es en seguida y me giro para hacerle frente.

- Tomás García.- digo imitando su sonrisa estúpida. 

- Me alegro de verte, no sabia que ibas a venir.- dice cogiendo un vaso. 

- Yo tampoco. Prácticamente me han sacado de la cama.- digo mirando hacia Corina, está riendo con Oscar. Suspiro, ahora será mas difícil librarme de Tomas. El ríe por mi anterior comentario. 

- Me alegro de que hayas venido. ¿Quieres salir un rato?.- dice haciendo un gesto a la puerta. Suspiro y asiento siguiéndole al porche.

Tomás es el típico chico perfecto, expediente perfecto, sonrisa perfecta, pelo sedoso perfecto. Modales impecables... es un encanto conmigo desde la primera clase de cálculo en la que se sentó detrás de mi. Pero no me atrae. No de esa manera. Quizás es un problema mio después de haber leído tanto. Corina dice que cumple todos los requisitos como novio. Pero lo veo diferente. Me está sonriendo y no sé que ha dicho, así que sonrío en respuesta. 

- He oído que te vas a apuntar al grupo de animadoras.- me giró de inmediato hacia el y se ríe.- es broma.- dice riendo y no puedo evitar sonreír ligeramente incómoda.- ¿Voluntarios? 

- Si, eso si. 

- Eso es genial. Yo no tengo tiempo, sino lo haría. 

- Claro.- digo mas para mi que para él. 

- He pensado que quizás un día de estos podríamos ir a cenar, tu y yo solos.- oh no, me quiero morir, una cita no. Se me hace un nudo en el estómago. 

- Estaré liada con todo del voluntariado y las clases Tomás.- me excuso. 

- Claro, está bien.- dice pero la decepción es visible a una milla.

- Pero quizás, algún fin de semana... que tenga libre.- digo antes de poder arrepentirme y retirarlo. Genial Elena, pienso mientras su sonrisa se ilumina esperanzado, que típico en ti, compadecerte de la gente. 

-Si, eso estaría genial.- dice mirándome. 

Estamos en el jardín, en el porche apoyados en la barandilla. Un jaleo de motor hace que todo el mundo se gire hacia la carretera. Una moto aparca provocando un fuerte estruendo en el arcén. Un chico con una camiseta blanca ceñida que permite que se marquen sus abdominales y se vean los músculos de sus brazos avanza por el jardín. Lleva gafas ray ban oscuras a pesar de que es casi de madrugada. Un par de chicas se acercan a el, demasiado, y le susurran cosas al oído. Veo su sonrisa desde donde estoy y como gentilmente las aparta y sigue caminando. Se quita las gafas mientras trota escaleras arriba, un par de chicos chocan su mano con el, pero parece aburrido. Puedo ver que tiene los ojos mas bonitos que he visto en mi vida, y no puedo evitar titubear. El corazón me va a mil cuando pasa por nuestro lado y de repente sus ojos color marrón, y juraría que con trazas verdes, se posan en mi. Sonríe descaradamente y luego mira a Tomás. Entra en la casa dejándome ridículamente temblando. Respiro hondo un par de veces sin saber exactamente que acaba de pasar.