Capítulo 14

Toco el teclado durante unos segundos antes de presionar las primeras teclas. Las primeras notas de mi melodía, me la sabia con los ojos cerrados. Interpreto suavemente, dejando que la música llene toda la habitación. Noto a Alex contener el aliento y posa su barbilla en mi hombro, contengo el aliento igualmente mientras sigo tocando. Sus brazos se cierran sobre mi cintura, le siento pegado a mi. Estoy sentada totalmente encima de él. Noto el roce de sus labios en mi cuello por un segundo y mis manos caen haciendo que la música cese con un parón de notas.

  • ¿Por qué paras?.- susurra él.
  • No puedo concentrarme si haces eso.- digo aún con los ojos cerrados.
  • No pares por favor.- pide él, sujetándome fuerte contra él pero manteniendo sus labios separados de mi piel.

Continuo la melodía ahí donde creo que la he dejado, ni siquiera pienso en lo que toco, estoy tan concentrada en sentir cada respiración de Alex, que la música sale sola. Abro los ojos, le observo mirarme mientras sigo tocando, mira mis labios completamente serio, sonrío sin poder evitarlo. Él sube las manos por mi cintura, y sube y sube hasta que llega a mis hombros. Me cuesta seguir el ritmo de la melodía cada vez más.

  • No pares.- me pide en mi cuello sabiendo que en cualquier momento voy a parar.

Me concentro en seguir tocando mientras él tan lentamente que creo que es inhumano desciende por mis brazos poniéndome la piel de gallina. Suspira en mi cuello y yo suelto un pequeño gemido, casi inaudible, pero él lo ha oído. Estoy segura porque estamos tan cerca que es como si fuésemos uno. El besa mi hombro y sube por mi cuello, hasta casi mi oreja, me estremezco.
Dejo de tocar y me doy la vuelta poniéndome de pronto a horcajadas sobre él. Él pone sus manos en mis caderas pegándome a él y suelta un pequeño jadeo cuando nuestros cuerpos encajan allí donde no deberían. Acaricio su nuca con mis manos y aspiro el aroma de su cuello. Sus manos viajan por mi cintura, haciendo que mi camiseta se levante sin querer, o no. Mientras yo beso su mandíbula y su barbilla. Nuestros labios no están a más de un centímetro. solo un poco más cerca y nos besaremos. Mi estómago duele de la impaciencia, mis demonios interiores discuten entre ellos. Amigos ya no es una palabra con mucho sentido para mi. De pronto algo vibra en mi bolsillo. Suspiro pesadamente y él recorre con sus dedos mi pantalón haciendo que suelte un gemidito de sorpresa, el ríe entre dientes y saca el teléfono de mi bolsillo. Ve el número y lo coge. Me siento mareada, esta tensión me mata por dentro. 

  • Estoy de camino.- dice. Estoy tan cerca de Alex que puedo ir a Óscar al otro lado del teléfono.
  • No contestarías tu si estuvieses de camino.-le acusa Óscar.
  • Lo siento, ahora mismo salgo.- dice Alex dedicándome una sonrisa. No puedo evitar sonreírle embobada.
  • Si, porque tenemos que hablar sobre eso.
  • Que si.- dice.- cállate.- dice colgando, pone el teléfono en mi mano.
  • ¿Sobre qué tenéis que hablar?.- pido rodeando su cuello, ahora me siento con libertad de hacerlo, no parece molestarte. 
  • Seguramente querrá echarme la bronca.- dice rodando los ojos, sus manos me aprietan más a él, en mis caderas.
  • ¿Por qué?
  • Tiene miedo de que ya sabes... te haga daño.- dice y hay un deje triste en su mirada.
  • ¿Daño?
  • Si, ahora que ha pasado todo lo de Corina, creo que lo último que quiere Óscar es que me acerque a ti y lo empeore. Aunque, está claro, seamos amigos.- dice sonriendo descaradamente. Le dedico una mueca.
  • Pero tu no me haces daño.- digo.
  • Ahí es cuando entra otra vez mi amada reputación.- dice cansínamente. Le miro atentamente y él suspira.
  • Tienes que irte.- digo leyendo su mente.
  • Si.- dice.- Y tú estás a tiempo de llegar a tu última clase.- me recuerda.
  • Ah, creo que paso.- digo levantándome, en contra de mi voluntad, de encima de él. Me giro y empiezo a tapar el piano de nuevo.
  • Ese no era el trato. Tienes que ir a clase.- dice de repente detrás de mi.- Aunque sea psicología.- Suspiro.
  • ¿Qué trato?.- pido y él me atraviesa con la mirada.- Está bien. Iré.- accedo.
  • ¿Sigues empeñada en que vas a ir con García esta tarde?.- me pregunta y noto una cierta molestia. Ni siquiera me acordaba que iba a ir con Tomás. "No", pienso.
  • Si.- digo. Me vendrá bien estar alejada un poco de él. Tantas horas juntos, planeadas y sin planear está siendo demasiado agotador para mi.
  • Esta bien.- dice rendido, noto que se aleja de mi y me giro.- Tengo que irme.- dice dando dos pasos hacia mi, mi corazón se desboca.- Te veré por ahí.- dice él sonriéndome pícaramente, se inclina lentamente y yo cierro los ojos hasta que nuestros labios apenas se rozan y me da un beso justo en la comisura de mis labios.- Por cierto, has hecho que me guste el piano.- susurra aún en mis labios, o no en mis labios. No sé dónde está exactamente. Entonces se va.
Me quedo un par de minutos más allí, y luego directamente me voy a clase. Llego de las primeras. Tomás llega poco después de mi y me saluda sonriente, pero se sienta en su sitio, le dije que debía abrirme a los demás y que si estábamos siempre juntos no conseguiría conocer a la gente. Simplemente había sido una excusa para no tenerle tanto encima. Ignoro las miradas reprobatorias de la profesora. Me odia. Tomo apuntes y trato de no pensar en Alex, me encuentro sonriendo cuando le imagino sonriendo y mostrándome sus dos hoyuelos.
Me sonrojo cuando pienso en la forma en la que me besa sin besarme de verdad si quiera, en la forma en la que me toca o susurra. Y cuando me mira de esa manera, mientras sonríe.
Estoy sonriendo sin darme cuenta cuando alguien se pone entre el punto infinito al que estaba mirando y yo. Es Tomás, la clase ha acabado.

  • Hola.- dice él sonriendo.
  • Hola.- devuelvo la sonrisa mientras me levanto y recojo los libros.
  • ¿Qué te ha pasado antes?- pide, parece incómodo. Evito sonreir, me alegra hacer algo por fin que parezca desagradarle a Tomás. 
  • ¿Con la rubia esa? Nada, olvidémoslo. 
  • Es mi prima.- dice y yo le miro inmediatamente, no bromea. 
  • Ah.- digo simplemente. No sé qué espera que diga.- Pues me voy a ahorrar los comentarios desagradables sobre tu prima.- digo pasando por su lado. El me sigue, como no. 
  • Creo que Alex y tú os habéis pasado un poco antes. 
  • Alex no tiene nada que ver.- digo poniendo los ojos en blanco.
  • ¿En serio? Porque últimamente parece que tiene que ver, y mucho.- me paro y le observo mientras me mira acusador.
  • Lo que ha pasado con tu prima es un problema mío. Alex solo quería ayudarme. Sin preguntar siquiera.- respondo bruscamente.
  • Espera.- dice cuando sigo andando, aminoro el paso y el se pone a mi altura.- No quería ser grosero. Sé que ella puede ser un poco... difícil a veces.
  • Ajá.- digo yo suspirando. 
  • En todo caso, da igual. Dejemos de hablar de esto.-dice y yo tengo que reprimirme las ganas de decirle que es él quien ha sacado el tema.
  • Vale.- digo mientras salimos al exterior.
  • ¿Preparada para esta tarde?.- dice él con una sonrisa. Frunzo el ceño y le examino.
  • Vamos al hospital Tomás, no es algo para lo que se debe estar preparado, ni siquiera emocionado.- digo.
  • Lo siento, lo sé. Es solo que me alegro de serte útil.- le sonrío de vuelta forzadamente, no me gusta su buen humor, me crispa y no quiero ser la causante de su tristeza. Él me sigue torpemente intentando seguir mi ritmo así que me obligo a caminar más despacio - ¿A qué hora te recojo? ¿Comemos juntos?
  • He... he quedado para comer.- miento, algo se apaga en su mirada.
  • Oh, está bien.- dice él. Sé que está pensando que he quedado con Alex.- Con...
  • Mi compañera de voluntariado.- miento. Él parece aliviado.- ¿A las cinco?.- pido deseando acabar esa conversación.
  • Vale, claro, a las cinto estaré.- dice quedándose atrás. Me despido con la mano.


Respiro hondo mientras subo por las escaleras normales cargada de libros. No me apetecía  nada comer con Tomás, antes comería sola. 

Me hago un par de salchichas de paquete y me las como mientras miro las notícias. El mundo ha seguido a pesar de que para mi parecía haberse parado por completo. Luego sigo leyendo el libro que tenía a medias. Se está poniendo interesante. Amo leer. Creo que es en el único sitio en el que me siento segura de escapar cuando las cosas te van realmente mal.
Siempre han sido un gran apoyo, escapas de la realidad y encuentras la felicidad en la lectura.
La sensación al acabar un libro es única, pocas personas lo experimentan, y para mi esas personas, las personas que aman a los libros, son privilegiados.
Eran las tres la última vez que he mirado el reloj. Puedo relajarme, estoy tan agotada que simplemente me tumbo y observo el techo.
Una vibración me despierta de mi ensoñación, no estoy segura de si me he dormido. Tengo 3 llamadas perdidas de Tomás, la nueva vibración es un mensaje.

Elena, me ha surgido un problema, no puedo llevarte al hospital. Lo siento mucho”.

Lo leo dos veces y lo cierro con rabia, lo lanzo sobre la cama. Son las cinco, a estas normalmente horas ya estoy llegando al hospital. Como el bus tarda el doble, salgo antes. Pero yendo en coche me había permitido salir un poco más tarde. Tomás vuelve a llamar, le ignoro mientras me levanto y recojo mis cosas. Dinero para un taxi, el móvil y poco más. Se me pasa por la cabeza la idea de llamar a Alex, pero a parte de que no estoy preparada para verle, sería tener la cara muy dura haberle dado plantón y ahora recurrir a él. Así que llamo a un taxi y me subo cuando llega.

Estoy nerviosa, quiero ver a Corina, no me he dado cuenta de las ganas que tengo de verla hasta ese momento. Me he puesto nuestra pulsera y todo. Pago al taxista cuando me deja en la puerta, supongo que cuando salga estará oscuro, así que recuerdo donde están exactamente las paradas de taxis del hospital.
Subo por las escaleras, tomar el ascensor no es tan tentador si no estoy con Alex. Alex. No puedo explicar las ganas que tengo de que este aquí conmigo. Él ha sido un apoyo desde el accidente aunque no lo admitiría nunca, he sido una imbécil dejando que Tomás ocupara su lugar. Pero bueno, podía hacer esto sola, con Corina. Podía hacerlo con ella.

Voy a su habitación, alguien ha cambiado su bata. Ahora es más corta y esta tapada con las sabanas. Veo el gotero bajar gota a gota y luego su cara. Está tan tranquila, sonrío al ver su expresión, dan ganas de despertarla de un susto. Lo habría hecho en un pasado cercano. Me acerco a ella y cojo su mano.

  • Hola.- digo sonriéndole. Y le cuento todo, le cuento las clases, le cuento la conversación con su madre, le cuento sobre Alex. Sobretodo sobre Alex. Sobre lo que ha pasado estos días, lo de Tomás.

Le cuento todo lo de Alex como si estuviésemos en una cafetería y ella estuviese escuchándome atentamente, me imagino alguna de sus risas en mi cabeza mientras tanto. Le digo que estoy confundida, pero que ella sabe que nunca he estado ni de cerca atraída por alguien como por Alex. Le digo lo mucho que la necesito, lo que me gustaría y lo que daria por tenerla allí conmigo y que por favor despierte. Hablo y siento que ella me escucha, siento que está conmigo, aprieto su mano más fuerte y me doy cuenta de que han pasado horas desde que llegué y se me ha pasado volando. Como siempre que estamos juntas.

  • Tengo que irme.- digo besando su mano.- aún tengo que volver en taxi.- bromeo.- Despierta por favor, te necesito.- digo tocando con su mano mi cara, está fría.- Te quiero muchísimo Corina.- digo y quiero que me oiga, aunque ya lo sepa.

Cuando me giro, la doctora Medina esta en la puerta apoyada contra el marco, tiene una media sonrisa en la cara. Me asusto pero lucho para que no lo note.

  • ¿Sabes que dicen que las personas que están en coma pueden oírnos?.- dice sonriéndome.
  • Es mi mejor amiga, aunque me dijese que no puede oírme sentiría la necesidad de hablar con ella.
  • Lo entiendo.
  • ¿Cuánto tiempo lleva ahi?.- digo temerosa de que haya oido algo inapropiado.
  • Ya te estabas despidiendo.- me tranquiliza. Me quedo allí incómoda y me decido a pasarla.- Sé que está siendo duro, pero Corina se mej....
  • No.- le pido.- No lo diga si no está segura. Su trabajo es científico no se basa en suposiciones.- pienso en Alex.
  • Está bien. Entonces hay un 72 por ciento de posibilidades de que Corina despierte sin lesiones. - trago saliva, eso es poco.
  • ¿Y el otro 28?.- ella me mira con lástima.
  • Que despierte con lesiones leves o graves, pero igualmente con lesiones.- dice sin más.
  • Lo conseguirá.- digo yo convencida, no sé por qué se que despertará bien.- Corina siempre ha sido fuerte.
  • Lo sé.- dice ella sonriéndome.- Elena, sé que no te caigo bien, no te culpo, pero te he estado observando. Tienes mucha fuerza, más de la que crees. Úsala. No dejes que nadie te pisotee.- ¿qué sabia esta mujer de mi vida?- Aún así piensa en Corina, sé que tiene alguien más. Pero no seré yo quien les llame.
  • Ella querría esto.- digo segura.- Se lo aseguro.- digo.
  • Está bien, como tu veas.- dice ella rindiéndose.
  • Volveré mañana.- digo dedicándole una sonrisa forzada antes de salir.

Vale, eso ha sido raro, muy raro. Bajo por el ascensor esta vez imaginando que estoy con Alex, son menos plantas porque el parking es exterior. Veo un taxi, el taxista está parado fumando, ese no lo quiero. Veo a otro que lee el periódico. Toco el cristal suavemente y sonrío.



















3 comentarios:

  1. '-¿Por qué paras?
    No puedo concentrarme si haces eso.'
    Yo tampoco podría concentrarme con Alex detrás, Dios JAJAJAJA
    Es genial genialísimo. Necesito el siguiente, no sé por qué pero el taxi me da mal rollo. Espero que me equivoque por favor.
    Te amodora, Annie E.

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  2. 15! yaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!! porfavoooooooooor!!!!
    -A

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  3. me he leido todo de una sola y sigo sin querer parar de leer vaya es impresionante lo que has hecho jamas me habia pasado esto.
    Espero que lo leas aunque hayan pasado dos años. <3

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