Capítulo 10

A la mañana siguiente, voy a clase. Me cuesta una barbaridad ir a clase sin ella, o al menos sabiendo donde está.
Me visto de forma mecánica, voy a clase de forma mecánica. Lo hago todo de esa forma. Sólo pienso que por la tarde veré a Corina, quiero estar con ella. He tenido que resistir la tentación de irme al hospital esa mañana.
Me apetece ver a Alex, no sé porqué estar con el en el hospital es mejor, más reconfortante. Pero por otro lado estaría de acuerdo con no volver a verle nunca más. Al fin y al cabo es esa clase de chicos que solo traen problemas. 
Había decidido ir por mi cuenta hasta que ella despertase. Aunque tuviese que pagar taxi, me daba igual. Prefería ir sola que con Alex. Y el seguro que lo agradecía, aunque se esforzase en intentar convencerme de que no.
Paso por mi apartamento y cojo una pieza de fruta para llevármela por el camino. Esa mañana he estado mirando si había algún bus que me llevase al hospital. Si cogía 2 buses podía llegar en menos de una hora. Era mejor que taxi. Y para la vuelta podría hacer lo mismo.
Salgo del campus rezando para no encontrarme con nadie. He estado evitando a toda costa a Tomás, y sería muy mala idea encontrármelo ahora.

La semana pasa rápida. O muy lenta, depende de como lo mire. Voy a ver a Corina, y cada día que pasa es una pequeña muesca en mi corazón, no me puedo imaginar que no vuelva a ser como era. Pensar eso me mata. Sin ella estoy perdida, la necesito, la quiero.
Siempre que voy le cuento lo sucedido de ese día. Voy a clases por la mañana, y evito las clases de psicología en las que sé que está Tomás. No sé cómo lo logro, pero consigo estar cuatro días sin cruzarme con él.
Tampoco sé nada de Alex, no le he vuelto a ver, ni tampoco hablar con él. Sé que Óscar va a ver a Corina por las mañanas, porque cada tarde me encuentro un ramo de flores que me encargo de hacer llegar a la basura. No quiero nada de él. No puedo impedir que vaya a verla, pero si que haya cosas suyas allí. Además, Óscar, me recuerda a Alex y no quiero nada que me recuerde a él en nuestra habitación. Corina y yo siempre hemos sido un equipo. Somos una prácticamente, sólo quiero que despierte y pueda recuperar mi mitad.

Pero ya ha pasado más de una semana y sigue sin dar señales de vida. De vida. El pitido de la maquina que tiene motorizado su corazón me hace saber que está viva. Pero no como yo quiero. Ella no está viva para mi. Sólo con que soltase un suspiro, pestañease una vez... pero no lo hace. Y yo me frustro muchísimo.

Cuando salgo del hospital siempre voy directamente a mi habitación, me doy una ducha y me meto en la cama. A penas tengo tiempo para hacer los trabajos de clase, así que los hago con Corina. Ese día, cuando me dispongo a ir al hospital me encuentro a Tomás esperando debajo de mi ventana. Le veo desde arriba y pienso en darme la vuelta y bajar como las personas normales, pero ese chico, pienso, no ha hecho nada más que intentar ayudarme. Así que suspiro y bajo. Me acerco a él, cuando me ve me sonríe automáticamente y prácticamente trota hacia mi.

  • Hola.- dice sonriéndome, y luego me abraza. Me quedo quieta sin saber qué hacer, no me gusta que me toquen y menos que me abracen.
  • Hola Tomás.- digo demasiado cansada para apartarle.
  • Has estado perdida toda la semana, te he estado buscando por todo.
  • He estado ocupada.- digo evitando su mirada.
  • Me imagino. ¿Cómo está Corina?
  • En coma.- digo mirándole esta vez, quiero ver su cara de “losientomuchopobredesgraciada”. Y obviamente, la pone.
  • ¿No se sabe nada?
  • Nada nuevo.
  • Bueno, se pondrá mejor.- dice él. Claro, ¿qué vas a decir?
  • Mmm.- digo mirando por detrás de él impacientemente. Si pierdo el bus voy a tardar el doble.
  • ¿Ibas ahora al hospital?.- me pide.- ¿Quieres que te lleve?.- me quedo sin saber qué decir, esas cosas me hacen sentir mala persona.
  • No importa.
  • No tengo nada que hacer, Corina es mi amiga también y me apetece verla.
  • Vale.- pienso.- En ese caso, está bien.- digo y me fuerzo a sonreir. Él sonríe ampliamente y me señala su coche.

Y vamos al hospital. Y eso se siente raro. Muy raro. Porque siento que ese no es el lugar de Tomás. Y no es mi lugar junto a él.



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El miércoles, una semana y poco después de que Corina siga en coma estoy en la parada de bus del bus 46, el que me lleva a la siguiente parada.
Es una ruta que me he acostumbrado a hacer. Tengo el libro de Audiología en la maleta. Ya que el camino es largo y me quita tiempo de estudio, siempre llevo algo para estudiar. Además, después de contarle mi día a Corina siempre estudio con ella. Me gusta pensar que me está escuchando. Que escucha lo que he estudiado, como hace siempre. Me gusta pensar que estamos en su habitación y que ella está demasiado cansada como para suspirar, hablar o abrir los ojos.
Me siento en mi asiento de siempre, el conductor ya me sonríe al entrar y me doy cuenta de que están las mismas personas de siempre, o la mayoría. Nunca hay demasiada gente de hecho.
El siguiente bus es mucho mas breve. Sólo son un par de paradas, pero, que si hiciera andando tardaría una eternidad.
Después, el camino hasta la habitación es fácil. Me saludan algunas enfermeras y rezo para no encontrarme con la doctora de Corina. Es algo rara, no me gusta hablar con ella. Entro en su habitación, que sigue como siempre. Cierro la puerta detrás de mi. Parece que llevo haciendo eso muchísimo tiempo.
Sonrío a Corina y me inclino para besar su frente. Ruedo los ojos al ver el ramo de flores.

  • Jesús Corina, este chico es insistente. ¿No entiende las indirectas?.- digo cogiendo el ramo y tirándolo a la basura.- Es muy pesado.- refunfuño antes de sentarme en mi silla.- Te he traído una cosa.- digo sacando el pequeño libro.- Es Nolo y los ladrones de leña. ¿Te acuerdas cuántas veces lo leímos de pequeñas? Lo encontré ayer noche y me apetece que lo leamos, juntas.- digo, como hago siempre, pensando que ella está simplemente cansada.

Abro el libro y comienzo a leer. Me paro en las escenas en las que nos parábamos de pequeñas y reíamos. Y lo leo hasta terminarlo. Hasta el final. Hasta que ya empieza a oscurecer. Pero tenía que acabarlo.

  • Me tengo que ir.- digo después de haber acabado el triste final. No me había dado cuenta, que quizás no era un libro muy apropiado.- Volveré mañana, como siempre.- le prometo besando su mejilla.- Vuelve pronto, por favor.- susurro.


Me pongo la rebeca mientras recorro los pasillos. Ya no hay nadie en ellos. La enfermera me hace el visto bueno, y como llego cuando solo quedan dos horas de visitas, me da media hora de margen. Así que me quedo más tiempo del permitido gracias a ella. Me cae bien esa enfermera. Me pongo el bolso en bandolera y camino hacia la salida.
En ese momento es cuando más pereza me da coger el bus. Cuando ya ha oscurecido y hace frío. Me siento en la parada moviendo las piernas para entrar en calor. Hay un hombre mayor esperando el bus. Me sonríe y le devuelvo la sonrisa. Seguramente también haya salido del hospital.
Como el bus pasa cada media hora, y son y cuarto me pongo a ojear mi libro de Audiologia que aun no he tenido tiempo de abrir. El ruido de la gravilla de un coche desacelerando hace que levante la vista. Están bajando la ventanilla, sólo para poder ver a Alex allí, en el asiento del conductor sonriéndome. Sonriéndome a mí.

  • ¿Subes?.- me pide, me muerdo el labio y oculto media sonrisa que está a punto de escapar. Pero no me he movido. No he sabido de él en una semana entera. ¿Qué hacia el allí?.- No me hagas venir a buscarte.- me dice él sonriendo. Mi corazón palpita fuertemente, no me imaginaba que fuese a tener tantas ganas de verle.

Cierro el libro y me dirijo al coche cubriéndome con él el pecho. Vacilo mordiéndome el labio. Alex está sonriendo triunfal. Me giro hacia el señor mayor que me observa curioso y con media sonrisa.

  • ¿Adónde se dirige?.- le pido amablemente. Él me mira desconcertado.
  • A mi casa. - dice él extrañado.
  • ¿Quiere que le llevemos?.- digo acercándome a él sonriéndole.
  • Oh,- dice y su rostro se llena de comprensión.- No hace falta, está a punto de llegar y no vivo lejos...- dice él.
  • Por eso mismo. Aún quedan más de diez minutos para que el bus llegue y hace un frío increíble.- digo tendiéndole la mano.- Nosotros le acercaremos a su casa.- Él toma mi mano sonriéndome agradecido.
  • Muchas gracias chica. Eres un encanto.- dice agarrándose de mi brazo. Miro a Alex que me mira con el ceño fruncido.- Tu novio no parece contento.- me susurra y yo río.
  • No es mi novio.- aclaro.- Y que se aguante.- el ríe.

Le abro la puerta del copiloto y ayudo a que entre. Alex suspira y fuerza una sonrisa. Me mira por el retrovisor cuando me he sentado detrás. Me mira expectante.
  • Mi amigo necesita que le lleves a casa.- digo sonriendo ampliamente.
  • ¿Y dónde vive tu amigo?.- me pide él.
  • A un par de calles de aquí, yo te guío.- dice el señor rápidamente. Alex asiente.- ¿No te importa verdad joven?
  • Claro que no.- Dice Alex poniendo el coche en marcha.- Los amigos de Elena, son mis amigos.- Dice antes de mirarme rápidamente.

Durante el trayecto hasta casa de Germán, que es como se llama, nos cuenta que su mujer está ingresada y que por no molestar a sus hijos que están hasta el cuello de deudas y haciendo dobles turnos en sus respectivos trabajos para pagar las facturas coge ese autobús que no tarda ni veinte minutos en dejarle en su casa.
Al ver donde vive le digo que si nos volvemos a encontrar podremos dejarle más veces, pues está de paso para ir a mi residencia. Pero en cuanto lo digo Alex me mira. No recordaba que él no me lleva al hospital. No es que sea una mirada acusadora, sino, solo me mira.

Cuando nos hemos despedido de Germán Alex sigue conduciendo. Yo estoy mirando las luces de la ciudad por la ventana.

  • ¿No vas a pasar aquí conmigo?.- dice él, y dice de una manera el conmigo que tengo que controlarme para respirar como es debido. Me mira por el retrovisor y le sonrío.

Me desabrocho el cinturón y paso entre los asientos delanteros hasta llegar a mi asiento. Me vuelvo a abrochar el cinturón y le miro. Tiene la vista fija en la carretera.

  • ¿Cómo estás?.- pide él.
  • Bien, supongo.- digo mirando la carretera también. No quiero ver su hermoso y perfecto rostro mucho tiempo más.
  • ¿Supones?.- dice él mirándome y imagino que ha alzado una ceja. Me encojo de hombros.
  • ¿Y tu?
  • Bien también, supongo.- dice él pero no se está burlando de mi.
  • ¿Qué hacías en el hospital?.- le pido y veo que se tensa.
  • Pasaba... por allí.
  • ¿Pasabas por un hospital a las 9 y media de la noche?¿Un hospital que está a 5 kilometros de tu casa?.- pido alzando una ceja.
  • Si.- dice simplemente.
  • Está bien.- digo suspirando resignada porque no me vaya a contar nada y mirando al frente.
  • Es más complicado de lo que entenderías.- dice él.
  • Ah perdona por no poseer tu increíble coeficiente intelectual, que seguro por cierto, es elevadísimo.- digo cruzándome de brazos. Él se ríe. Le oigo, no le veo porque miro al frente con todas mis fuerzas.
  • He estado una semana sin verte.- dice él. ¡Como si yo no lo supiera! Le miro. Para ver si va a añadir algo más, pero solo me mira y luego aparta la mirada. ¿Era una afirmación? ¿Una pregunta? ¿Qué ha sido eso?

Quiero seguir hablando con él. En nada llegaremos a mi residencia y no quiero separarme de él. No ahora.

  • ¿Que.. que tal las clases?.- digo lo primero que se me ocurre. El sonríe ligeramente.
  • No he ido a muchas.- dice el tranquilamente.
  • ¿Por qué?.- pido extrañada.
  • No me apetecía ir.
  • Ah.- digo sin entender como puede ser tan irresponsable.
  • No me juzgues.- dice él.- Sé que has faltado a clases de psicología.- me acusa.
  • ¿Cómo sabes eso?.- digo, mi siguiente pregunta es si me sigue o espía, cosa que no me desagradaría.
  • Tomás me pidió por ti unas cuantas veces.- dice él serio de nuevo. No le gusta Tomás. Y ¿por qué Tomás le pide a Alex? ¿Por qué no a otra persona?
  • Lo siento.- digo.
  • ¿Por qué lo sientes?.- dice el.- ¿Porque haya tenido que hablar con Tomás por tu culpa o por faltar a clases?
  • Por lo de Tomás supongo.
  • ¿Sabes que no puedes suponer toda la vida? La gente querrá afirmaciones cuando acabes tu carrera.- me afirma y yo río.
  • Eres idiota.- digo poniendo los ojos en blanco y el me sonríe.
  • Lo que me lleva a la siguiente pregunta.- dice él.- Si Tomás no sabia de ti, quiere decir que no te ha llevado al hospital, por tanto ¿debo deducir que has ido todo este tiempo en autobús?.- dice él con la mandíbula tensa. 
  • Si.- digo secamente. La verdad es que el otro día había ido con Tomás, pero eso seguramente pasó después de que le pidiera a Alex por mi.
  • Y sola.- afirma él.
  • Si.
  • ¿Y por qué no me has avisado para que te acompañase?.
  • Ya te lo dije.- digo.- No necesito tu caridad, ni tu coche. Puedo valerme yo solita.
  • No dejas que yo te lleve al hospital, pero ¿Tomás si que puede hacerlo?
  • No lo hace.- digo.
  • Pero le dejarías hacerlo.
  • si.- digo después de pensarlo.
  • ¿Por qué?.- pide él como si no entendiese nada.
  • No lo sé. Simplemente no quiero que tu me lleves.- miento.
  • Eso no es verdad.- dice Alex girando para entrar en mi residencia.

Me callo lo de Tomás, no me apetece darle la razón. Sé ir sola, no necesito a nadie. Y sé que si se lo dijese se enfadaría. Me quedo callada hasta que para el coche. Miro mis manos y muerdo mi labio inferior. No quiero que se vaya. Debe irse. Pero no quiero. El espera a que diga algo o me vaya.


  • ¿Quieres subir?.- digo antes de poder arrepentirme, contengo el aliento después de haberlo dicho, deseando borrar esas palabras que suenan muy bien en las películas pero muy mal ahora mismo. Una negativa por su parte podría significar el fin de mi autoestima.
  • ¿Quieres que suba?.- dice él de repente con una sonrisa en la boca.
  • Si. O sea, no. Quiero decir, puedes subir si quieres.- digo cerrando los ojos con fuerza por la terrible elección de palabras.- No es que no quiera que subas, de hecho quiero que lo hagas, solo quería saber si tu quieres.- digo bajando la voz.
  • ¿Tienes hambre?.- pregunta él, la única cosa que no me esperaba que dijera.
  • Un poco.- digo parpadeando, pero la verdad es que estoy muerta de hambre.
  • Está bien.- dice.- te haré la cena.- dice saliendo del coche. Intento ocultar mi sonrisa mientras salgo del coche yo también.

4 comentarios:

  1. MAS PORFAVOOOOOOOOOOOR ENGANCHA MUCHO NO TARDES EN COLOCAR LOS CAPITULOOOOOS MIRO CADA DIA EL BLOG A VER SI HAY ALGOOOO!!! :P

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    1. Asdfgdhlkljgff intento subirlos seguido, pero hay cosas que no sé cómo seguirlas y que quiero cambiar... Muchas gracias por leermee, de verdad <3

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  2. Ge, te ordeno que subas mas JAJAJAJAJAJAJJA okay no.
    ¡Tienes muchisimo talento! ¿Que pasara entre Alex y Elena? Uhuhuuhu. Tomas me recuerda a Parker. Ais. Amo tu historia, sube pronto el 11!
    Besis, Annie Everdeen<3

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    1. JAJAJAJAJA aiish Ge que me pongo rojaaa. Tomás es un pesaaaado jajajaja
      Muchas gracias Geee <3

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