martes, 31 de diciembre de 2013

Capítulo 23


Mis manos están sudorosas tras el flashback, de esa primera noche que precedió a muchas otras.
Esas imágenes se habían bloqueado, se habían eliminado de mi cabeza. Pero entonces ¿por qué? ¿Por qué ahora? Recojo mis cosas, pues la clase ya ha acabado e intento no pensar más en eso, ya que no podré evitar las lágrimas.
Justo al salir, me choco con Tania y su grupo de rubias oxigenadas a las que llama amigas. La abeja reina se gira indignada y dibuja una sonrisa de asco y desprecio al reconocerme. Me agacho un segundo a coger mi libro de Audiología y me propongo ignorarla cuando me tapa el camino. Yo soy alta, pero ella me saca un par de dedos. Aunque eso no me acobarda.

  • Vaya, vaya.- rie la rubia. Yo la miro fijamente, lo cierto es que no tengo ganas para que me monte un escena a lo High school musical. 
  • Déjame pasar.- advierto. 
  • ¿O qué? ¿Vas a pegarme otra vez como una vulgar pueblerina?- me insulta ella, pero soy inmune, cosas peores me han dicho. Intento esquivarla, pero se mueve. Suspiro irritada.- Ay que ver, que espanto. Podrías al menos esforzarte en cambiar de look. Ya de por si eres horrible. 
  • ¿Has acabado?- digo cambiando el peso de pie. Ella elimina su sonrisa por un instante. 
  • No.- gruñe ella.- ¿Dónde está Alex? ¿No te va venir a defender hoy?- pide ella maliciosamente, creo que ya sabe la respuesta.- Oh, no me digas que tenía razón.- dice ella fingiendo espanto.- Mira que recé para equivocarme, ya te dije que no repetiría, y te ha tratado como una puta más ¿verdad?
  • Exactamente.- concedo yo.- Me ha tratado como una puta más, como tú. Se ha acostado conmigo y ahora ha pasado de mi, al igual que hizo contigo. ¿Sabes la diferencia? Que a mi no me importa, mientras que tú, corres a tu hermano o a cualquier otra persona de estas que tienes detrás.- digo señalando al resto del séquito.- que te odian, para que te consuelen. Y esperas al siguiente que te haga lo mismo que él.- digo del tirón y ella balbucea. Me doy la vuelta y las rubias se apartan. 
  • Al menos... Al menos yo tengo hermano.- dice ella y yo me paro en seco. ¿Qué sabía ella? Tranquila Elena, seguro que lo ha dicho por decir, nadie sabe qué pasó.- Y amigas.- sigue ella cuando ve que está ganando.- Vivas.- pronuncia la última palabra cruelmente. Respiro hondo, porque ahora lo único que me apetece es arrancarle las extensiones a esa rubia idiota. Pero no puedo entrar en su juego. 
  • Prefiero estar sola, a que todo el mundo me odie por ser una puta barata. O sino pídeles a tus falsas amigas, pero a mi déjame en paz.- digo ante el asombro de sus amigas, que lejos de disimular se han quedado todas con cara de asombro, como si hubiese podido leer sus mentes.

Camino a paso rápido queriendo alejarme de toda esa mierda. Tania Henaro debía morir. Bueno, no, quizás me había pasado un poco. No estaba en una película de adolescentes hormonados, ni en una serie de institutos y gente popular. Se suponía que estaba en un sitio serio en la que había intentos de adultos en fase de formación.

Reprimo las lágrimas que ahora la rubia ha hecho que sean más fáciles de salir. Maldita aneuronal. Ni siquiera sé si eso existe, pero creo que es la mejor palabra para describirla.

Al salir del edificio me dirijo a la zona de atrás, donde fui la última vez que me peleé con Tania. Vaya, ya es la segunda. Yo nunca me peleaba. Estúpida zorra. Me apoyo contra la pared completamente y miro al cielo. Está negro ese día. Como mi estado de ánimo. Aunque yo amaba esos días. Un crujir de grava me desconcentra, borro el rastro de la lágrima traidora que está cayendo por mi mejilla. Por favor, que NO, sea él.
Pero ese no es mi día, por lo que cuando mi vista se acostumbra me topo con unos ojos marrón verdosos. Ese color de ojos tan único y peculiar, que solo podía pertenecer a una persona.
  •  Estás espantosa.- dice él apoyándose de un costado a la pared y mirándome fijamente. Yo tiro mi cabeza hacia atrás. 
  • Gracias. Eres la tercera persona que me lo ha dicho hoy.- "Y la única que me importa" pienso ignorando el fuerte latir de mi corazón. 
  • ¿Desde cuándo no comes?
  • No es de tu incumbencia.- digo manteniendo los ojos cerrados. Le oigo inspirar con fuerza.
  • Lo he oído todo. - ¿Cómo? ¿Lo de Tania? ¿Y dónde se suponía que estaba él que yo no he podido verle? 
  • ¿Y?- digo secamente. 
  • Yo no me he acostado contigo y he pasado de ti.- dice a modo de reprobación. 
  • Es lo que ella quería oir. Ya sabes que ya me da igual que crean que soy una guarra. Lo creen aunque lo niegue. 
  • Y ya sabes que a mi no me da igual. 
  • Vale.- digo queriendo acabar con la conversación. 
  • Pero es mentira.
  • Te acabo de decir que lo he dicho para...
  • Tú me has dejado a mi.- me recuerda. Abro los ojos pero no le miro.
  • No había nada que dejar.- digo mirando el bosque.- Además, qué más da. Nadie deja a Alex Saenz.
  • Nadie.- dice él de acuerdo.- Nadie te creería.- dice y de repente creo que está muy cerca, giro mi cabeza para encontrarme con sus ojos a unos centímetros de mi. Trago saliva. 
  • Por eso. Mejor que piensen lo que quieran. No me importa ya. 
  • Tú me has dejado a mi.- repite en un susurro. Me quedo mirando sus labios durante un rato. 
  • Ya te he dicho que no había nada que dejar Alex.- digo alejándome de la pared y por tanto de él. 
  • ¿Ah no? ¿Para ti no había nada que dejar?- pide a mis espaldas. 
  • No.- musito.
  • Mírame.- ordena él.- ¡Elena mírame!- dice casi gritando. Me giro para toparme con su mirada impenetrable.- Dímelo ahora. 
  • Me estás agobiando.- digo yéndome. 
  • Y tú me estás jodiendo. Me estas haciendo daño.- dice él.- Por favor Elena, no soporto que hagas esto. Que me mires como si me odiases... como si no te importara en absoluto. 
  • Sabes que eso no es verdad.- digo mirándole de nuevo.
  • ¿Sí? ¿Lo sé? Porque me parece que ya no sé nada.- repite. Hay una larga pausa en la que lo único que se oye son las hojas de los árboles meciéndose a causa del fuerte viento.- Te echo de menos.- susurra. Mi corazón da un vuelco, pero no respondo, él da un paso hacia mi.- No te pido que me ames. Te pido que no me odies. 
  • No te odio.- consigo decir sin despegar la vista de sus ojos.
  • Bien. - dice él asintiendo.- Supongo que es lo único que puedo pedirte ahora.- dice él.- Me voy. Ya sabes dónde encontrarme.- susurra, se acerca, mucho, inspira en mi frente y la besa antes de desaparecer. 

Su sola presencia me hacía desdichada. No había tenido un buen día, pero verle me había acabado de fastidiar todo. Maldito ser. Me quedo allí durante un tiempo más hasta que oigo el timbre de mi clase. Genial, psicología e iba a llegar tarde otra vez.


--------------------------------------------------------------------------


Era demasiado tarde para arrepentirse de la promesa hecha a Tomás. Esa mañana no pintaba tan mal como ahora lo hacía. No hacía falta asomarme a las cinco en punto para asegurar que Tomás estaba allí abajo plantado. Para no darle ideas descarté la idea de bajar por la repisa y decidí comportarme como una persona normal. 
Tomás estuvo revoloteando todo el tiempo que estuvimos en el hospital, antes y después, a mi lado. Así que simplemente tuve que sentarme al lado de Corina mientras Tomás lo hacía en la silla de al lado y mantuvimos una conversación de tres que básicamente era un diálogo, pues Corina, obviamente, no participaba. 
Tomás me hizo reir, y recordé los tiempos en los que los tres nos íbamos a tomar algo juntos, y aunque no consideraba a Tomás amigo mío siempre me sacaba una sonrisa. 

Como buen caballero que era, me volvió a llevar a casa a la hora de cenar. Me dejó un rato para despedirme de Corina y hablar con los médicos. 

  • ¿Querrás que volvamos mañana? Me ha alegrado que por fin confíes un poquito en mi.- dice él cuando, por volunad propia, había bajado del coche para ir hasta mi puerta. Eso no era un cita, no sabía si él era consciente de eso. 
  • Lo hablamos mañana.- digo yo girándome cuando llego a la puerta. Entonces ¿por qué me comportaba yo como si estuviese en una y me estuviese pidiendo para salir otra vez?
  • Está bien.- dice él, y antes de que haga una pausa dramática, no deja que acabe mi inspiración cuando coge mi cara con sus manos y me besa. Justo en ese momento se me aparece la cara de Alex como una visión, y cuando me quiero dar cuenta Tomás ya se está apartando. Ha sido rápido, o no. O no lo sé. Pero yo ya me estoy dando la vuelta aturdida.- Hasta mañana.- concluye él.

No contesto y corro a mi habitación, y hasta que no he cerrado con llave desde dentro, no me siento segura. No es por miedo a Tomás, es más un símil con mi pasado. O no lo sé. ¿Qué estoy diciendo? Me froto violentamente la cara con mis manos y me deshago de toda mi ropa repitiéndome una y otra vez que ese chico no ha sido capaz de añadir otro problema más a mi lista. No ha podido. No ha pasado y eran tantas las ganas de besar a Alex que he imaginado que estaba con él y era él quien me besaba. 
Me pongo el pijama rapidamente y me meto en la cama cerrando los ojos con fuerza para olvidar ese desastre de día. Me incorporo frustrada después de un buen rato de intentar dormir con todas mis fuerzas. Pero mi cerebro está demasiado activo. Me hago una manzanilla mientras sigo leyendo el libro que tenía a medias. Ese que no era muy recomendable para mi historia actual. En ese momento tengo ganas de tirarlo por la ventana, justo el chico acaba de decirle lo mucho que la ama y ella le había confesado el mismo sentimiento. Lo hubiese tirado y pisoteado, o como mínimo hubiese dejado de leer. Pero claro, mi moral de lectora me impedía dejar un libro a medias. 

Cuando ya tengo preparada la infusión me la trago cual vaso de agua y me meto en la cama de nuevo leyendo.

---------------------------------------------------------------------------

No sé en qué momento me despierto, pero no me despierta ningún sonido alarmante, sino por mi propio pie. Tengo la sensación de haber descansado muchísimo. Me doy cuenta en seguida que el libro no está en mi regazo, la lampara está apagada. Y no recuerdo haber hecho nada de eso la noche anterior. Un ruido me sobresalta, sentado en la barra está Alex. Creo que es una especie de sueño, o pesadilla. Tengo que definir mi concepto sobre el. 

  •  Hola.- dice él sin más. 
  • ¿Qué estás haciendo aquí?- digo confusa.
  • Lo siento.- se disculpa él.- No podía dormir sin tí. 
  • ¿Tú has dormido...?- digo mirando mi cama y luego a él. 
  • Aquí.- dice él señalando su taburete.- De hecho no he dormido mucho, pero ha valido la pena. 
  • ¿Qué hora es? 
  • Las once.
  • Joder.- exclamo, él rie.
  • No quería despertarte, parecías en paz.- dice triste.
  • Ya no llego a clase.- digo incómoda. Yo nunca me sentía incómoda con él, pero esa situación se había vuelto muy violenta. La parte en la que ya no podía decir lo que pensaba se había vuelto contra mi proporcionándome incomodidad. 
Recuerdo la noche anterior. Tomás. Oh Dios, que mierda de todo, joder. ¿Desde cuándo decía tantas palabrotas? Lo que sea. Él está allí, cuidándome. Me ha tapado, me ha apagado las luces y ha pasado la maldita noche en un taburete. Y maldita sea, está tan guapo. Le echo de menos, pero eso jamás saldrá de mi boca. 
Me levanto de la cama y me pongo enfrente de él, una barra americana nos separa. Simplemente dos metros, o menos, nunca he sido buena para calcular las distancias. Él me sonríe, pero sé que no es lo que más le apetece hacer en ese momento. Su pelo, ahora demasiado largo para él, se le mete por los ojos y tengo ganas de retirárselo, como hacía. ¿Pero qué dices? Solo lo has hecho unas dos o tres veces. Tampoco soy buena contando ocasiones. 

  • ¿Vas a ir a clase?- pide mirándome atentamente. 
  • No.- digo encogiéndome de hombros. 
  • ¿Podría llevarte a un sitio?- dice, o más bien suplica.- Solo si quieres.- añade rápidamente. 
  • ¿Qué clase de sitio? - pido reacia.
  • Es solo para que me conozcas mejor. Como amigos.- dice él de inmediato.
  • Está bien.- digo accediendo demasiado rápido. No, no, no. No quiero saber nada de él. No puedo saber ni conocerle mejor. ¿No lo entiendes Elena? Estúpida, estúpida. 
  • Bien.- dice ahora soltando todo el aire que había contenido.- Te esperaré en el coche para que te puedas cambiar. 
  • No.- digo.- Quiero decir, hace frío. Puedes esperar aquí. No tardaré.



Bueno, y hasta aquí. Ya tengo la mitad del segundo que aún está por pulir. Muchas gracias a todos por este año, os deseo lo mejor para el 2014 y que sigamos "juntos". Os quiero muchísimo, sin vosotros nada sería posible. 
Feliz 2014.

5 comentarios:

  1. Maldita sea, quiero que vuelvan....YA. Noooooo jope Ge, injusticia. :'(
    Respecto a lo de Tomas mi cara ha sido :0 JAJAJAJA
    Quiero el siguiente^^
    Te amodora, Annie<3
    ¡Feliz 2014!

    ResponderEliminar
  2. Quiero leer mas jjaj odio cuando tardas mucho :(.
    Feliz año,!
    Marta

    ResponderEliminar
  3. Porque tardas tanto :((((
    Marta

    ResponderEliminar
  4. LOSIENTOLOSIENTOLOSIENTOOOOOOOOOOOOOOO.

    ResponderEliminar

Los comentarios para un escritor son como los aplausos para un artista.